Mis Escrituras

martes, 12 de febrero de 2019

Naturaleza

Naturaleza.


Flotando en el aire como un pájaro,
Me muevo de ambos lados.
Contemplo la magnitud de tu paisaje pictórico
Y me gustaría hacerte perdurar prístino.

Me siento tan incordiando por tan vil polución,
De parte de los insulsos sujetos,
Que no han aprendido darte aprecio,
Que no se dan cuenta de tu frágil condición.

Diste vida con el pasar de la evolución.
Diste alimento como sustento.
Pero olvidaste hacernos sabios hacia tu protección
Y por eso, ellos no saben darte afecto.

A veces pienso, que sentimos sadismo de tu majestuosidad
Y con el tiempo te hemos vuelto sentina.
Hiperbóreo eres para esta funesta sociedad.
Eres reina de reinas
Y eres el axioma que muchos quisieran desterrar.





viernes, 23 de junio de 2017

¡Maldito Sistema!

La escena única se desarrolla en la biblioteca de su casa, con una silla plástica en el centro, una mesa al lado con un trofeo en ella y unos cuántos libros.

Escena 1.

Ramón.
(Llega con un bolso pesado y unos cuadernos en sus brazos lo que enseguida deja caer en el piso, viste camisa manga larga blanca, pantalón de vestir de color oscuro y zapatos casuales. "Suspira cuando se sienta". Hay un silencio incómodo que dura hasta que es interrumpido por el sonido del celular que saca de un bolsillo de su pantalón). Señor Ramón, el ministerio del poder popular para la cultura del Estado Nueva Esparta, le comunica que hemos recibido su obra, la cual participa en... (Vuelve a guardar el celular en el bolsillo del pantalón). Ja, formalidades, yo sé que eso lo voy a ganar. Todo es tener mente positiva para estas cosas. Así nunca hayas sido reconocido, ten seguridad, que en algún momento de tú apreciada vida, te reconocerán. (Se levanta y habla sarcástico). ¡A lo mejor, cuando estés muerto! (Camina hasta la mesa y toma el trofeo). Todo lo que daría un principiante dramaturgo por uno de esto. Pero le es difícil, porque primero son los senectud con sus obras que no sorprenden, y se pavonean en un espacio cultural del estado, con esas falsas glorias que se quedan en un rincón, recibiendo polvo. (Coloca el trofeo en su lugar, camina a buscar la silla, la arrastra hasta la mesa, se sienta, toma un libro y lo lee, mientras habla). Porque en realidad, la gente quiere enamorarse de la obra a primera vista, jugar con su imaginación y llevar un vivo recuerdo de esa pieza que le erizo la piel. (Tira el libro hacia atrás con rabia). ¡Otra basura, de un autor que cree que a la sociedad le interesa cómo una damisela tira por el ano! ¿Dónde queda el intelecto del autor, para crear nuevas filosofía? ¿Dónde esta la sabiduría de las palabras, para hacer volar nuestra imaginación? (Se levanta y camina hasta una esquina y se sienta). Yo conocí a una persona y cómo él hay miles. Revolotea en cada dramaturgia que ha hecho y cree que su talento no lo tiene nadie, que tiene un talento innato, creado por los dioses y que es el único capacitado para predicar sus sabidurías. (Mofándose). Ese hombre es un infeliz, que vive en un mundo cargado de miserias, que lleva un cerebro lleno de mierda. (Se levanta y se quita la camisa, quedando en franelilla). Sólo apoya a unos pocos que le siguen sus parvas ideas. Y a los de mentes rebeldes cómo yo, que se expresa libremente, los expulsan con un paupérrimo diálogo de doble sentido. (Camina hasta la otra esquina y hace ademanes, como si estuviera acariciando a alguien). La oscuridad, hermosa oscuridad, que de ti se fijo soledad, soledad que eres capaz de volver a un genio demente. (Canta y baila, hasta llegar al centro). Bailar sólo es de desquiciado, hablar sólo es de locos, estar sólo es de asocial, quedar sólo es de deprimentes y morir sólo es de miserables. (Camina hasta donde está la silla, la rueda al centro, se sienta con pose relajada, se quita los zapatos y medias, y los coloca debajo de la silla). Soledad es mi mejor amiga. ¡Soledad! ¿Donde estás soledad? ¡Chica, no seas tímida, aquí no hay nadie de quién esconderse! Bueno, está tímida hoy. (Se levanta y se coloca detrás de la silla). ¡Estar sólo es pensar diferente a este insulso sistema! (Recoge el libro tirado en el piso y lo coloca en la mesa). Un sistema que está acabando con nuestra humanidad. ¡Es el típico poder de los Egipto! Pero, más disfrazado de cordialidad y compasión. (Camina de un lado a otro). Sabes, es difícil estar fuera de este sistema, porque tiene un control tan poderoso en nosotros, que sin el fuéramos unos indigentes. Pero, con el somos chimpancés, que no podemos pensar libremente, enjaulados en un laberinto sin salida, esperando la miseria que nos dan cada 15 días. ¡Todo unos esclavos modernos! (Se sienta y queda pensando). ¿Qué hacíamos cuando ese papel de colores adictivos no existía? ¿Qué hacíamos cuando no esperábamos por una quincena? ¿Qué hacíamos cuando éramos totalmente libres? En ese preciso momento, estábamos en la verdadera edad de oro. Pero luego, todo se desvaneció, cuando nos entregamos a los ortodoxos y dejamos de ser útiles. Después, nos quitamos el vendaje y peleamos por nuestra libertad, por nuestra independencia... (Sollozando arrepentido). El sistema gano la pelea, se hizo más poderoso, y cada pasar del tiempo se va adueñando de nuestra alma, sin contemplación. (Se levanta, lleva la silla a un rincón, regresa y se acuesta en el piso). Tan perdidos estamos, que todos los poderes de estados han caído en una crisis global, que nadie ha sabido controlar. A los países pequeños le es difícil salir rápido de esa crisis por su negligencia de querer explotar lo que ya nada vale. Fuimos tan ignorantes en nuestro tiempo de gloria, que nos reíamos de todo, que hasta fuimos el primer país más feliz del mundo ¿Y ahora donde estamos por nuestra negligencia? ¿Y ahora que hacemos con esas fatuas ideologías, marxista-leninista? Esas ideologías, son absurdas para esta época, aparte no la implementan, como se debe. (Se sienta y señala al lado izquierdo del público). A ellos solo le falta comprarse un gran refrigerador y hacer lo mismo que Gadafí, con sus diestros amigos... ¡Esta crisis, está acabando con nuestra paz! ¡Que insulso y caduco me parece todo! El mundo es un jardín lleno de malezas, invadido por la inmundicia y la putrefacción. (Toma un libro de la mesa, se reincorpora y abre el libro). (Pausa). (Desesperado). Nos convertimos en unos miserables esclavos del dinero, vamos destacando en un molde dictado por el poderoso sistema, somos criaturas hambrientos de miserias, conociendo lo que ellos quieren que conozcamos. Pero la cruel verdad, la ocultan donde nadie es capaz de encontrarla. (Se levanta, coloca el libro en la mesa, camina a buscar la silla y se sienta muy conmocionado). Hablando de secreto, me gusta mucho tocar este tema. La religión es uno de los peores sistemas que lleva desde hace años, una vil alianza con los poderes gubernamentales, adormeciendo al cristiano, con sus cuentos de ficción, que no tiene sentido, ni lógica. Metiéndonos una basura de " y que historia", que nos hace creer pecadores de todo. Se llenan la boca haciéndose llamar divinos. Ja, “divinos“, la estupidez más grande de ellos. En realidad todos somos divinos; porque tenemos vida, porque tenemos espíritu, porque tenemos historia. Sí tan sólo nos quitaramos la venda para llenarnos de sabiduría y ver las atrocidades de este puto sistema... (Se levanta y desordena todo, tirándolo al piso). Sabes lo que pudiera hacer esa iglesia cargada de oro; donde escogen al papa, en una votación ceremonial. Que sólo es una publicidad, para que la gente se conmocionen por tal falsedad. Cuantas barrigas y cuantas enfermedades pudiera esa iglesia eliminar de África, cuantas sociedades en pobreza no pudiera ayudar esa iglesia llena de blasfemia. ¡Hoy en día, soy 100% ateo! Estoy libre del poder del demiurgo, que son esos bastardos, que no quieren que veamos la claridad al otro extremo del túnel. ¿Sabes lo que hacían con esas mentes liberales cómo la mía? Las quemaban viva, para que la gente no tuvieran acceso a sus sabiduría. Lo que pudieran haber hecho esas sabías palabras a está sociedad. Pero no, acabaron hasta con sus pertenecías, para que no se supiera nada de la verdad de su imperio, que se va haciendo rica por la ignorancia de sus seguidores. ¿Sabes? Yo no odio a dios, ni al libro. Cada quién es libre de inventar la historia que quiera. A los que realmente odio son a esos pestilentes, disfrazados de pulcritud, a esos que no nos muestran sus verdaderas caras y pretenden convencernos con esas máscaras adornadas de sabiduría, espiritualidad, santidad y comprensión. ¡Aaaaah! Pura falsedad, eso es lo que son. Acusan de locura a la rebeldía, para que la sociedad no lo tomen en cuenta, para que de la memoria se borren nuestra naturaleza, para que todos seamos gusanos comiendo carne pútridas, para que ellos hagan con nosotros lo que les plascan... ¡Todo lo que nos rodea es un Maldito Sistema! (Se cae, luego se incorpora sentándose y arrastra los libros y el trofeo hasta su regazo tristemente). Lo que pudiéramos hacerle a esos bastardos, en vez de estar aquí sentados viendo como un idiota se expresa y sus palabras se van desvaneciendo con el pasar de los minutos... Todas esas palabras dichas para no ser escuchadas... Tanto tiempo perdido en palabras, que sólo son palabras las cuales solo necesitan una persona que le pongan toda su alma la hora de decirlas... Estoy aquí sentado con el corazón abierto, dedicándole unos minutos de mi tiempo al arte, que con el pasar de los tiempos sigue siendo el templo de la rebeldía. El arte aún puede expresarse libremente. Sin el, no tuviéramos historia, no tuviéramos amor, no le tendríamos aprecio la vida. Aún recuerdo lo que día a día lucharon por este hermoso templo. Oh, inalcanzable Tespis de Icaria... Oh, adorable William Shakespeare... Oh, arrogante André Antoine, y otros que no puedo mencionar, porque el tiempo es mi irreverente enemigo, y me va cortando la vida, con cada pasar de su amenazador segundero... Lo escucho claramente repitiendo la frase; tic... toc... tic... toc... tic... toc... (Se acuesta abrazando sus libros y trofeos).

FIN.

sábado, 25 de febrero de 2017

Entremés del Juez de los divorcios.

Escrito por Miguel de Cervantes Saavedra.
Adaptado por Oscar A. Bermúdez.

(Sale el Juez, Escribano y Procurador, se ubican en sus puestos y luego salen Mariana y Vejete).

Mariana.
Aquí vengo a divorciarme de esta senectud, y le vengo a implorar a usted mi querido juez que muy elegante se ve en ese glamuroso podió. Que me descases de este pedazo de trapo sin planchar.

Vejete.
Por amor a dios, Mariana, no grites tanto tus escarmientos, mira que tienes agitada a toda la vecindad con tus peleas. Mira que tienes delante de ti, al señor juez, y con una moderada voz le puedes informar de tus inconformidades.

Juez.
¿Qué infortunios traen?

Mariana.
Púes, divorcio, divorcio y mas divorcio, y otras mil veces divorcio!

Juez.
¿De quién señora?

Mariana.
¿De quién? De esta escoria que esta presente.

Juez.
Humm... ¿Y por qué?

Mariana.
Porque no puedo aguantar sus impertinencias, ni estar pendiente de sus enfermedades, que son centenares. Cuando me casé con él, me relumbraba la cara de felicidad. ¿Y ahora? Vivo amargada por sus insolencias. Queridisimo Juez, divorcieme, se lo imploro. Mire las arrugas que se están formando en mi rostro por las lágrimas que derramo cada día cuando me veo casada con esta anatomía.

Juez.
No llores mujer; baja la voz y sequese esas lágrimas, que yo haré justicia.

Mariana.
Dejeme llorar, que con esto descanso. La cuestión de los matrimonios, debieron haberla hecha, como la escogencia de los presidentes, que a cada cierto tiempo se va a revocatorio, porque te das cuenta que ciertas cosas no te convencen. No dejarlo como a una dictadura.

Juez.
Si ese arbitro se pudiera o debiera poner en práctica, y por dinero, ya se hubiera hecho; pero específica más, las ocasiones que te mueven a pedir divorcio.

Mariana.
(Suspira). El invierno de mi marido y la primavera de mi edad. Levantarme todas las noches, para darles sus medicamentos, para que no se ahogue; y estar obligada a soportar el mal aliento; que siempre le huele a carne podrida.

Escribano.
Debe ser de alguna muela podrida.

Vejete.
¡No puede ser! Que me lleve el diablo si es así.

Procurador.
Púes ley hay que dice, que por solo el mal olor de la boca se pueden descasar.

Vejete.
Señores, la verdad que el mal aliento que ella dice que tengo, no se engendra de mis podridas muelas, púes no las tengo, ni menos precede de mi estómago, que esta sanisimo, sino de esa mala intención de su pecho. 22 años llevo casado con ella, sin haber sido capaz de confesar sus insolencias, sus gritos y absurdas fantasías. Ya va para dos años presentandome a la parca; y con sus constantes gritos me lleva sordo. En resolución, señores: yo soy el que esta al borde de la muerte con ella. Porque es dueña de mi hacienda.

Mariana.
¿Hacienda tuya? ¿Que hacienda tienes tú, si es mía por mis esfuerzos a aguantarte? Y son míos la mitad de los bienes ganaciales, así te pesé.

Juez.
Dime, señor: ¿cuándo empezaste a vivir con tu mujer, no estabas gallardo, sano y bien acondicionado?

Vejete.
Ya he dicho que son 22 años que vivo con ella, como quién vive en la dictadura de Hitler siendo Judío. Cuando me casé con ella, estaba tan sano, que podía decir y hacer lo que quisiera.

Mariana.
(Simula ir a golpear a su marido). Saco de osteoporosis vi...

Juez.
Calmese... Calmese, mujer de bien, y anda con dios, que yo no hallo causa alguna para divorciarlos; y, como te comistes las maduras, degusta de las duras; que no está obligado ningún marido a tener la velocidad y corrida del tiempo, que no pase por su puerta y por sus días; y descuenta los malos que ahora te da, con los buenos que te dio cuando pudo; y no repiques más palabras.

Vejete.
Si fuese posible, queridisimo juez, pudieras sacarme de esa cárcel; porque, dejándome así, estando aquí en un rompimiento, estaré entregándome de nuevo a este vil verdugo; y si no, vendamos la hacienda y dividamos el dinero, y de esta suerte podremos vivir en paz lo que nos queda de vida.

Escribano.
Libre es la mujer.

Procurador.
Y prudente el marido; pero no puede más.

Juez.
Púes yo no puedo hacer este divorcio, quia nullam invenio causam.

(Entran un Soldado y su mujer Doña Guiomar).

Doña Guiomar.
Bendito sea dios! Se me ha cumplido el deseo que tenía de verte, queridisimo juez, a quién suplico que me descases de éste.

Juez.
¿Qué cosa es de éste? ¿No tiene otro nombre? Bien fuera que me dijeses: "de éste hombre".

Doña Guiomar.
Si tuviera los pantalones bien puesto, podría ser un hombre.

Juez.
¿Púes qué es?

Doña Guiomar.
Un leño.

Soldado.
(Aparte). Por dios, que he de ser leño en callar y en sufrir. Quizá con no defenderme ni contradecir a mi mujer el juez se inclinará a condenarme; y, pensando que me castiga, me ahorrara el esfuerzo.

Procurador.
Habla más comedido, señora, que el juez de los divorcios, mirara rectamente por su justicia.

Doña Guiomar.
¿Púes, no quiere señor juez que llame leño a una estatua, que no tiene más acciones que un madero?

Mariana.
Ésta y yo nos quejamos, sin duda, de un mismo agravio.

Doña Guiomar.
Digo, en fin, señor mío, que a mi me casaron con éste hombre, ya que quiere que así lo llame; pero no es este hombre con quién yo me casé.

Juez.
¿Cómo es eso? Que no lo entiendo.

Doña Guiomar.
Quiero decir que pensé que me casaba con un hombre común y corriente, y a pocos días hallé que me casé con un leño, como tengo dicho; porque el muy inútil, no sabe para que sirven las manos y no hace el esfuerzo de salir y buscar un trabajo para sustentar su familia. Las mañanas se va para el Valle, y que a oír misa y se la pasa de puerta en puerta chismoseando. A las 2:00 de la tarde viene a comer, sin un medió, luego se vuelve a ir y vuelve a medía noche, cena si encuentra, y si no, se santigua, bosteza y se acuesta; y en toda la noche no me deja dormir dando vuelta como un trompo. Le pregunto que le pasa y me sale con uno de sus absurdos, qué y que le está haciendo un soneto a un amigo, dándose de poeta, como si de eso se viviera.

Soldado.
Mi señora esposa, en todo lo que has dicho, no ha salido de los límites de la razón; y, si yo no lo tuviera en lo que hago, como ella lo tiene en lo que dice. En fin, sin mucho preámbulo, que nos divida y aparte.

Doña Guiomar.
Y hay más en esto, señor juez,...

Soldado.
Por esto merece ser querida ésta mujer, si ella tiene todas las maldades de ésta tierra. Todos los días son millares y millares de escusas, para que no esté en la casa, grita sin porque, presume sin hacienda, y como siempre ando arruinado por sus negligencias, no me toma en cuenta en las parrandas de San Juan. Pero con todo esto, digo, excelentísimo juez, que soy culpable de todo lo que está pasando, y que doy el pleito por concluso, y divorcieme lo antes posible.

Doña Guiomar.
No hay nada que alegar en contra de lo que he dicho...

Escribano.
Calmense; que vienen nuevos demandantes.

(Entran el Cirujano y Aldonza de Minjaca, su mujer).

Cirujano.
Por cuatro causas bien bastante, vengo a pedir señor juez, haga divorcio entre mi y la señora Aldonza de Minjaca, mi mujer, que está presente.

Juez.
Digame sus cuatro causas.

Cirujano.
La primera, porque no la puedo ver más que a todos los diablos; la segunda, por lo que ella sabe; la tercera, por lo que tengo que callarme; la cuarta, porque no me lleven los demonios, liberarme de éste infierno es lo mejor que se puede hacer.

Procurador.
Bastantísimamente ha probado su intención.

Minjaca.
Oigame señor juez, si mi marido pide divorcio por cuatro causa, yo lo pido por cuatrocientas. La primera, porque cada vez que lo veo, es como si viera al mismísimo lucifer; la segunda, porque fui engañada, me dijo que era médico de pulso y no es más que un simple cirujano; la tercera, porque me cela, hasta de mi sombra; la cuarta, que me gustaría estar lo más lejos posible de ésta cosa. (Le señala).

Escribano.
Quién diablos acertará a concertar estos relojes, estando las ruedas tan desconcertadas?

Minjaca.
La quinta...

Juez.
Mire señora, si piensas decir aquí las cuatrocientas causas, yo no estoy para perder mi tiempo. Su negocio se recibe a prueba; y anda con dios, que yo no le hallo la cuatro patas a la serpiente.

Cirujano.
¿Qué más pruebas, si yo no quiero morir con ella, y ella no quiere vivir conmigo?

Juez.
Si eso bastase para un divorcio, muy facil se sacudirían de sus hombros el yugo del matrimonio.

(Entra un Campecino).

Campecino.
Señor juez: pobre soy, no lo niego, pero cristiano viejo, y hombre de bien a la derecha; y, si es que alguna veces disfruto del ron y a veces el me disfruta, que es lo que tiene más lógica, ya hubiera sido gobernador, pero, dejándo todo esto aparte, quiero decirle señor juez, que estando yo muy enfermo, prometí casarme con una mujer errada. Pero, ahora me siento en perfecto estado y no quiero vivir el resto de mi vida con ella. Esta mujer me salio tan soberbia y de tan mala racha, que nadie le gana una discusión, y si te equívocas con ella, pasa toda una santa semana reprochándote lo mismo, hasta que cometes otra burrada. Bueno, honorable juez, quisiera que me ayudarás a divorciarme de ese demonio de tazmania. Si me haces ese favorcito, mi llave, yo prometo llevarle hasta su casa las mejores frutas que saque del conuco.

Cirujano.
Yo conozco la mujer de éste buen hombre, y es tan mala como la mía.

Juez.
Miren señores, aunque algunos de los que aquí están dando algunas causas que traen aparejada sentencia de divorcio, con todo eso, es menester que conste por escrito, y que lo digan testigos; y así, a todos los recibo a prueba. Pero, ¿qué es esto? ¿Música y guitarra en mi audiencia? ¡Novedad grande es está!

(Entran los músicos).

Músico.
Señor juez, aquellos dos casados tan desavenidos que usted concertó, redujo y apaciguó el otro día, lo están esperando con una gran fiesta en su casa, y nos envían a suplicarle que vaya y los honres con su presencia.

Juez.
Eso es lo que haré de muy buena gana; y pidamosle a dios que todos los presentes se apaciguase como ellos.

Procurador.
De está manera, moriremos de hambre los escribanos y procuradores de está audiencia; si seguimos así. Que todo vuelva a la normalidad y disfrutemos del fruto de sus pendencias y necedades.

Músico.
Púes en verdad que desde aquí iremos regocijándo la fiesta.

(Cantan los músicos).

             Entre casados de honor,
cuando hay pleito descubierto,
más vale el peor concierto
que no el divorcio mejor.
Donde no ciega el engaño
simple, en que algunos están,
las riñas de por San Juan
son paz para todo el año.
Resucita allí el honor,
y el gusto, que estaba muerto,
donde vale el peor concierto
más que el divorcio mejor.
Aunque la rabia de celos
es tan fuerte y rigurosa,
si los pide una hermosa,
no son celos, sino cielos.
Tiene esta opinión Amor,
que es el sabio más experto:
que vale el peor concierto
más que el divorcio mejor.

  Fin de éste entremés.

lunes, 28 de noviembre de 2016

El Mal Paso.

Están todos cordialmente invitados este miércoles a las 10:00am, a morirse de la risa con estos personajes.

domingo, 23 de octubre de 2016

¡Fantasmas en la casa!

      Caminando iba Carlos por un sendero invadido de malezas que cuarteaban sus pies, sin embargo aquella molestia no le impedía llegar hasta la casa de su abuelo, quien lo esperaba con una taza de avena y pan para desayunar. El niño muy agradecido por el gesto de su abuelo Mario, tomó un rastrillo y le limpio todo el patio. Al finalizar con aquel trabajo, se fue a su casa por el mismo camino.

     Aunque nadie lo esperaba, llegaba a su hogar con sus pies ensangrentados; su madre alcoholizada siempre estaba en el sillón durmiendo. Él lleno de esperanza limpiaba la casa y arreglaba a su madre para que durmiera cómodamente.

     Todos los días el mancebo repetía la misma rutina, sus pies con el pasar del tiempo ya no tenían sensibilidad. Su madre pasaba adormilada los minutos, las horas y los días, mientras los gusanos salían de su cuerpo;su abuelo no era más que un espantapájaros que se encontraba a una cuadra de su casa. Carlos solo era un fantasma de otro cuento...

jueves, 29 de septiembre de 2016

Diferente; Idilio Juvenil

Diferente es una novela homo-erótica, que nos adentra en la complicada vida de un adolescente, que está aprendiendo a evolucionar en este mundo ignorante en el tema homosexual.

Nadie puede ignorar que su familia, a pesar de las discusiones del joven, tratando de que ellos lo entiendan, ellos han sabido comprenderlo, a través de un psicólogo homosexual, que los ayuda a comprender los cambios emocionales, que está claro que todo adolescente debe pasar, hasta llegar a la edad adulta.

Nicolás, conoce a un joven atractivo en la universidad, que lo lleva a conocer su sexualidad, aunque de la manera más paupérrima. Es evidente que él cree que ha encontrado el amor en ese chico, no obstante a la final se da cuenta, que fue un error, en donde está claro que no volverá a caer. Dado que aprendió una sabía lección, que "Sexo, no es amor".

De manera que se da cuenta, que el amor siempre lo estuvo de vecino y que es indiscutible, que aprendió que "el gusto, sólo queda en gusto", que no importa el físico, sino lo que esa persona siente por él.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Pasión Desesperada

La unión entre Nicolás, protagonista de (Diferente; Idilio Juvenil) y Marcos, dan a una preciosa niña, que es llamada Dulce María, la cual es la protagonista de está historia (Pasión Desesperada; Diferente II) y es llamada María, su niñez fue algo perjudicial, ya que presencio un adulterio entre su progenitor (Nicolás) y Gabriel, un exnovio de la infancia. María llevara esa carga hasta su presencia en está novela y dejara atrás su pasado, donde forma parte su familia, la cual no querrá saber nada de ella.

La historia se desarrolla en una isla de Venezuela que lleva por nombre Margarita en la ciudad de Juan Griego.

Está historia está cargada de emociones, tensiones sexuales y muchas decisiones por tomar. María, se cree como llevar la vida, pero resulta que no es, ni la cuarta parte de lo que ella se imagina. Gracias a los imprevistos, sabrá que ella sola no se merece cargar tanto peso y que debe dejar su orgullo a un lado. Que a veces es muy sencillo apoyarse en un hombro familiar, para poder arrancar desde cero y obtener lo que siempre quiso tener, “de corazón“.

“La vida en un país sub-desarrollado no es fácil, pero, con el tiempo y las experiencias, sabrás como amoldarte. Aunque no lo quieras, debe ser así, para sobrevivir en una selva de concreto.“