Mis Escrituras

domingo, 23 de octubre de 2016

¡Fantasmas en la casa!

      Caminando iba Carlos por un sendero invadido de malezas que cuarteaban sus pies, sin embargo aquella molestia no le impedía llegar hasta la casa de su abuelo, quien lo esperaba con una taza de avena y pan para desayunar. El niño muy agradecido por el gesto de su abuelo Mario, tomó un rastrillo y le limpio todo el patio. Al finalizar con aquel trabajo, se fue a su casa por el mismo camino.

     Aunque nadie lo esperaba, llegaba a su hogar con sus pies ensangrentados; su madre alcoholizada siempre estaba en el sillón durmiendo. Él lleno de esperanza limpiaba la casa y arreglaba a su madre para que durmiera cómodamente.

     Todos los días el mancebo repetía la misma rutina, sus pies con el pasar del tiempo ya no tenían sensibilidad. Su madre pasaba adormilada los minutos, las horas y los días, mientras los gusanos salían de su cuerpo;su abuelo no era más que un espantapájaros que se encontraba a una cuadra de su casa. Carlos solo era un fantasma de otro cuento...